domingo, 28 de febrero de 2010

La muerte del cruce de ondas

Porque ninguna reflexión es una historia, no hay un punto de inflexión temporal en el que la esencia del primer texto pueda identificarse por un sujeto tácito (a.k.a. lector) como una narración. En definitiva, transportar y adaptar los modos de comunicación a una vía oral con más permisiones, puede darse en un contexto levemente distorsionado, en el que el canal fático sea el más usado, y el mensaje igual no llega… Tiene hambre, prefiero una. Pero hablando de eso, no quedan textos sino cuando la subjetividad se borra por completo. No… Pensando en abrir, el emisor de la reflexión, consciente de su falta de esencia para ser comprendido por los nuevos sujetos tácitos (a.k.a. oyentes, o público) decide impulsar el paso de aire a través de sus cuerdas vocales, y la distorsión cesa para dar lugar a un silencio, o una ráfaga de tiros de un cargador de 30 y ¼.